dilluns, 23 de març del 2015

La Belleza aquí y ahora

Dijo el escritor Fiódor Dostoyevski en uno de sus libros -"El idiota"- que "la Belleza salvará al mundo". Tras formular esta idea, ladeó la cabeza, la apoyó en un árbol, junto las manos cómodamente y, con una sonrisa en los labios, se echó a dormir. Y así fue como se dispuso a disfrutar de ella, de la Belleza en mayúsculas, en un parque perdido de la Rusia de finales del XIX. Porque una siesta, a medio camino entre el sol y la sombra y tras haber contemplado un bonito paisaje, es una forma muy sencilla de, simplemente, ser feliz.

Esto último es, evidentemente, invención propia: del hecho de imaginar que una frase como la que sí escribió sólo puede ir seguida de un momento de paz. ¿Qué podría ser mejor ahora, en plena Era de la Tecnología?

A lo largo de la Historia, la búsqueda de la Belleza para el hombre ha sido una constante, un deseo propio y natural. ¿Una necesidad? Sí, creo que sí. Más allá de las diferencias culturales, de los periodos históricos y de las clases sociales o de la edad, hay algo que nos empuja hacia lo bello. Pero ¿por qué?¿Qué es lo que nos aporta?

La Belleza, como pasión y como ideal, va más allá de lo que es útil o no; de lo que podemos comprar y consumir. Satisface necesidades íntimas y propias, a veces hasta las inexplicables, y es totalmente subjetiva. La ganancia es perfecta, es personal. Por eso, contemplar un cuadro o escuchar una canción nos produce un placer sensorial del que, a veces, podemos disfrutar más que explicar. La Belleza produce un efecto calmante y transformador: es un bálsamo.

Remontándonos en la Historia, también podemos decir de ella que ha viajado con nosotros en el Tiempo nos ha devuelto parte de nuestro reflejo. La mejor versión del Ser Humano ha quedado también en esculturas, obras literarias, o en ballets. Cuando algo es bello y emociona, estamos allí. Aun cuando las representaciones hayan evolucionado, los hombres de Altamira, los del Renacimiento y los de hoy en día han quedado fascinados.

¿Dónde está la clave? Para mí en la mirada. Vivimos en la Era Post-moderna, de la proliferación de los medios, y de la co-creación artística así que, ahora más que nunca, poseemos el acceso y las capacidades. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué ésta pasa tan desapercibida o la olvidamos? Porque corremos demasiado. Y la Belleza necesita de un tiempo y de un espacio.

Sostengo con fuerza que las prisas son el enemigo número uno de la Belleza. Y que el café de la mañana, la tiranía del reloj de pulsera y los semáforos en rojo, todos ellos, nos dicen "venga, corre, corre ¡llegas tarde!". En cambio, la Belleza es lenta, necesita tiempo, como las siestas, como los veranos, como el Amor.

No sé si el escritor tenía razón y "la Belleza salvará al mundo", pues las personas somos complejas, como un lienzo pintado a capas que posee infinidad de interpretaciones pero algo por lo que si apuesto es la potencia de los medios de expresión. Cada cual a su manera, cada uno en su lenguaje. Pues la Belleza, en cualquiera de su manifestación artística, o simplemente mediante la contemplación de la Naturaleza, "nos rasca" en lo profundo, incide en quienes somos. Nos trastoca los esquemas.
Seguramente mañana nosotros seremos los mismos, pero donde sea que encontremos algo bello, podremos apoyarnos, y eso hará de nuestro día a día un camino mucho mejor: más placentero y, sobre todo, más auténtico.