dimarts, 10 de gener del 2012

La cena

La cena

Cuando nos acercamos a la novela La cena, nos preparamos para disfrutar, engañados probablemente por una sobria portada blanca ocupada exclusivamente por una apetitosa langosta. Pero la langosta no aparece por ningún lado después, como tampoco nuestros espíritus se relajan y gozan de una tranquila lectura, pues en esta novela nada es lo que parece, y se juega con los estereotipos para dinamitarlos poco a poco a lo largo de los capítulos. Estos, simulando las partes de una buena cena, nos acompañan desde los aperitivos hasta los chupitos finales. ¿Cómo hemos de digerir el desenlace de la novela? No precisamente con una copita de grappa, sino con mucho antiácido seguramente. Y es que esta novela destapa los rincones oscuros de nuestra sociedad, los ramalazos racistas, violentos y clasistas que perviven en esta sociedad moderna. A todo ello se suma un planteamiento perverso, ¿hasta dónde llegaríamos como padres por defender a nuestros hijos? Aunque tras un análisis más profundo las preguntas se multiplican.¿Hasta qué punto somos responsables en la educación de los adolescentes?¿Los jóvenes violentos y racistas son un reflejo de una sociedad enferma?¿La violencia en youtube la estimulan los que la ven? Muchas preguntas que el provocador Herman Koch nos hace plantearnos en una línea parecida a la película La cena de los idiotas o la teatral Un dios salvaje, aunque llevada a extremos más duros y crueles. En todo estos textos, los personajes que a priori parecen respetables, honestos y representantes de una clase media normal y corriente, al final van perdiendo sus capas y se muestran como ejemplares repulsivos, movidos por pasiones oscuras como la ira, la venganza, el racismo, un espíritu malsano de superioridad, etc.
Centrándonos ya en La cena, asistimos a una reunión íntima entre dos parejas estrechamente emparentadas, que deben resolver un gravísimo problema familiar. La verdad se oculta entre los pliegues de la conversación y del pensamiento del protagonista, pero va dejándonos atisbar su feo rostro poco a poco, hasta mostrarse en toda su crudeza. Asistimos a una galería de personajes en que nadie es lo que parece. El protagonista y narrador, aparentemente lúcido y crítico, es un enfermo que suplica por conservar lo único que le queda, aunque empieza a intuir que no podrá controlar al monstruo que ha creado. La adorada y maternal Claire se comporta como el más cruel de los padrinos mafiosos. La aparente víctima, la llorosa Babette, solo busca el poder sin ningún escrúpulo. Curiosamente el político fatuo y machista es el que demostrará al final un fondo ético mayor.
En resumen, es una lectura para inquietarnos, pero también para reflexionar sobre nuestro mundo moderno y civilizado, y preguntarnos si aún estamos a tiempo de salvarnos.

Angeles Serra